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lunes, 26 de marzo de 2012

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lunes, 9 de enero de 2012

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jueves, 3 de noviembre de 2011

el cirujano por g fone

hip hop cd juarez



La experiencia de crecer y vivir en un barrio sumergido en la pobreza del poniente de Ciudad Juárez es el tema central de las canciones de rap compuestas y grabadas por dos jóvenes que, desde 2008, vieron caer por homicidio a más de la mitad de sus amigos de la colonia Guadalajara Izquierda, una de las zonas más peligrosas de esta frontera.


“Es que no comprenden que ser joven pobre en estos tiempos es delito. Camino por las calles y la gente piensa que vendo droga en la esquina o que soy adicto. Somos pecadores. Nos gusta el rap y también nos gustan los revólver.


Y nuestro destino será terminar a los 25 frío en la calle hecho un cadáver. Sigan trayendo más fuerza policiaca para que nos atrapen. Sigan viéndonos como el problema para que esto nunca pare”, dicen Daniel Mundo y Gustavo Salas en “El Pecado”, una de sus canciones.


Con su pasión por la composición de este tipo de letras, los dos jóvenes no sólo lograron retratar las condiciones de pobreza, discriminación, desesperanza y violencia en las que se vive en calles como la Islas Célebes, sino que, al multiplicarse las ofertas para trabajar para el narcotráfico, ellos pudieron “blindarse”, tener algo más a qué aferrarse.


“El respeto se gana de muchas formas dentro del barrio. A nosotros nos gustaba mucho el rap, y así nos ganamos un respeto. Descubrimos que para ser alguien dentro del barrio no teníamos que ir a balacear a alguien más; nosotros nos lo ganamos con nuestras letras de rap, que fueron una opción para ganar ese respeto”, dice Daniel Mundo en entrevista.


Mundo, de 23 años, y Salas, de 24, formaron el dueto “Filos Klandestinos”, y describen a su generación como la de hijos de padres que se levantaron muy temprano para trabajar en las maquilas y que dejaron solos a sus niños, que crecieron viendo en la televisión productos que pronto supieron que no podían comprar, que se la pasaban en la escuela pensando en cómo hacerse de unos tenis “Adidas” o de un carro, y que luego fueron expulsados en masa del sistema educativo.


“Y si no terminaste la secundaria, ¿dónde trabajar? Una de dos: en la obra o en la maquila; o llega alguien más y te ofrece un trabajo más ‘chido’, con más dinero, un respeto, el poder de acceder a otras cosas que con un sueldo de maquila nunca vas a poder, y súmale un chorro de factores que influyen: un capitalismo a todo lo que da, que te dice que si no tienes un carro o ropa no vales. Nosotros como sociedad, el gobierno les puso en charola de plata a los chavos (a la delincuencia). Casi les dijo: ‘ten, esto es lo que hay para ti”, agrega Mundo.






‘Párate en la esquina’






Asentada en el poniente de Juárez, al pie de la Sierra de Juárez, la Guadalajara Izquierda es una colonia de calles anchas, inclinadas, pedregosas y sin pavimento. El ámbar del alumbrado público es la única seguridad para miles de obreros que, a eso de las 5 de la madrugada, inician su jornada tomando los viejos camiones que los llevan a su trabajo en las maquiladoras.


En la zona hay tres primarias, dos secundarias, dos preparatorias privadas y una religiosa. La prepa pública más cercana -un Centro de Bachillerato Tecnológico- tiene apenas un semestre abierta, por lo que, por décadas, la única opción para miles de adolescentes fue invertir hasta dos horas en trayectos para llegar a los Conalep, los CBTIS o los Bachilleres, todos ubicados en el extremo opuesto de Juárez.


Con salarios de 700 pesos semanales que ganan los padres de familia en las maquilas, dice Daniel Mundo, si darle secundaria a sus hijos es difícil, mantenerlos en la preparatoria es prácticamente una opción descartada. Y entonces, agrega, sucede lo más grave que le pasa a los chicos de las periferias de Juárez: sus redes se quedan totalmente reducidas a la rutina del barrio.


“Incluso muchas de las veces los chavos no conocen más para allá de la López Mateos. Para ellos sólo está el barrio; es lo cotidiano: levantarte, darte un gallo, irte a hacer la reta y ¿cuál es la diversión? pues irte con los del otro barrio y ‘arre’. La red está bien acotada, y aparte el sistema en el que ¡pum: la escuela los corre, y la maquila es su única posibilidad de empleo”,  dice Mundo.


Ante este panorama, agrega el compositor y hoy estudiante de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, donde la maquila es casi la única posibilidad de empleo legal, los jóvenes encontraron en la delincuencia una alternativa mejor pagada para dar cauce a sus talentos.


“Porque alguien que está dentro del crimen organizado no está sólo porque sí, sino porque es alguien que tiene cabeza para pensar, pero desgraciadamente ese talento lo aprovecharon sólo otros que sí llegaron y les pusieron algo en la mesa”, explican los entrevistados.


En esas calles, dicen los dos músicos, conseguir una pistola es mucho más fácil que conseguir una beca para la escuela, por lo que al arreciar la violencia en 2008, la violencia y la muerte por homicidio fue el destino de muchos.


Tan sólo en 2008, inicio oficial de la disputa por el control del narco en Juárez, en la Guadalajara Izquierda se registraron al menos cinco homicidios, todos contra hombres menores de 35 años. En enero fue asesinado César Ruiz, “El Plátano”, de 19 años y atacado a balazos en la calle Isla Hawaii; luego cayó Sergio Torres, de 23 años y abatido con disparos de metralleta Ak-47 en febrero en la calle Isla Irlanda; en agosto, en la Iztapalapa otro fue atacado con arma blanca, y en noviembre, en la Isla Mavy quedó el cadáver de otro hombre de 30 años, no identificado y también agujerado a tiros. En los años siguientes mataron a otros, más de 20.


“Voces homicidas” fue el tema con el que Daniel y Gustavo recogieron este ambiente en la colonia: “Te invito a las calles que inspiraron el tema, párate en la esquina, hay voces en pena, hay voces homicidas (...) y es que por mi zona se respira tanto humo de maría que parece que las calles andan grifas, igual de peligroso que el sector de califas, se vive el día a día, sin bajar la guardia dime tú si te la rifas...”






‘Otro tipo de armas’






Daniel y Gustavo se consideran dos “homies” más del barrio. El primero dejó sus estudios en el Conalep y el segundo vagó por años fuera de su casa debido a que rompió relaciones con su padrastro.


Ambos trabajaron en la maquila y, como hicieron sus tíos, sus primos y sus amigos, también pasaron su adolescencia juntándose en las esquinas, jugando futbol y conviviendo con sus pares en un proceso de socialización que, dice Mundo, es tan natural como el de los chavos que se juntan en el centro comercial Las Misiones, “sólo que con menos oportunidades”.


Ahí también empezaron a componer sus rimas, a narrar las historias de su barrio y, con los años, a articular un discurso de profunda crítica social.


“Todo lo que veíamos buscábamos retratarlo, pero no sólo de una forma en la que dijéramos qué pasó, sino tratando de decir qué es lo que hay detrás para que haya pasado todo eso; qué hay detrás de una prostituta, qué hay detrás de un amigo ‘tecato”, dice Gustavo.


“Algo de lo que yo quise hablar desde el principio es del prejuicio hacia nosotros, de quienes nos ven como si fuéramos un grupo, los ‘chavos del poniente’, los cholos, los vagos; desde siempre crecimos con esa etiqueta, y de hecho ese fue el título de una de las primeras canciones, ‘etiquetas y prejuicios’. Siempre tratamos de expresar esto, que es el primer mal que enfrentamos: la discriminación”, agrega.


Ambos se apasionaron tanto con la composición de rap que las burlas de sus amigos -“algo con lo que se crece en el barrio”, dicen- nunca les importaron. Y así llegó a sus vidas Antonio Briones, un promotor comunitario del centro Casa Promoción Juvenil -donde impera la filosofía de que el potencial de los jóvenes sólo requiere oportunidades- y quien empezó a invitarlos a cantar en diferentes lugares, incluyendo barrios “enemigos”.


“La intención es buscar que luchen con otro tipo de armas”, dice Briones, coordinador del área de atención a pandillas de Casa. “La cultura es un arma. Uno de los artistas gráficos hizo un monito que lo caracteriza a él con un pincel y decía: empuña un arma que te haga inmortal”, agrega.


Briones, de 29 años, describe el proceso de trabajo social con los jóvenes de Juárez como uno capaz de “tocar sus vidas”, de plantearles opciones reales de crecimiento y de construcción de un proyecto. Así, dice, empezó a tratar con Daniel Mundo.


“Es decir: ‘A ver Dany, ¿estás consciente de que a lo mejor no eres el rapero que México espera? No, pues que sí. Entonces tienes que buscar un plan B para tu vida, ¿qué te parece si te buscamos apoyos para que regreses a la escuela, que te metas a la Universidad?”, explica Briones.


Así, los “Filos Klandestinos” grabaron varias canciones en un estudio y tienen un álbum que Briones busca producir en Los Ángeles y presentar en concierto en Juárez.


Así también surgió el Colectivo Zarape, con compositores, artistas gráficos, performanceros y bailarines de break-dance que son jóvenes de diversas colonias marginadas de Juárez y quienes, en 2010, se presentaron en el Festival Internacional Cervantino.


Gracias al colectivo y a la intervención de Casa, los grafiteros aprendieron serigrafía y luego imprimieron playeras que luego pudieron comercializar. Con ese dinero, Daniel Mundo pudo incluso volver a la escuela.


“Tuvo que ver de las dos partes. Nosotros ya traíamos la idea de organizarnos, de expresar lo que hacíamos a toda la comunidad, pero el apoyo de Casa también fue permeando este proceso, fuimos ‘cachando’ varias cosas, cómo el grafiti, al que le dimos la vuelta para que pasara de algo nocivo a algo que pudiera generar un vínculo entre el chavo y la señora que se enojaba porque le rayaban la casa”, dice Mundo.


Filos Klandestinos y el resto del Colectivo han tenido tanto éxito que ahora encabezan el programa “Tetoka Chavo”, con el que el Gobierno municipal busca impartir talleres de grafiti, mezcla de música, break-dance, rap y otras disciplinas con las que se quiere replicar la experiencia de hacer del arte una alternativa real al trabajo ilícito.


“Si aquí en la esquina hay un taller de música o una biblioteca con Internet abierto, vas y te metes ahí dos o tres horas en las que en la calle te pudo haber pasado algo o pudo acercársete alguien y decirte: ¿sabes qué, te pago tanto por llevar este paquete a tal parte? Y dices: órale, son 500 varos por llevar una mochila de aquí p’allá, me la aviento. Pero no sabes que ese es el ganchito”, dice Isidro Flores, de 27, tallerista de break-dance y también parte del Colectivo.


Por eso, en los pasados tres años, cuando en esta frontera la muerte por homicidio se convirtió en la primera causa de muerte, sobre todo de hombres menores de 30, los de Filos Klandestinos y el resto del Colectivo tuvieron en qué sujetarse.


“Prácticamente el 'rap' nos blindó, porque ya teníamos bien definido a dónde queríamos ir. Yo que estoy estudiando y tengo el trabajo en la asociación civil, ya tenía bien definido a dónde iba mi plan de vida, y sabía con qué elementos contaba para aterrizar mi proyecto”, dice Daniel Mundo.


Gustavo, que es comerciante informal en la zona Centro, dice que el rap es un medio que le permite, por ejemplo, cumplirle una promesa a su madre: “un día me verás en el periódico, y no muerto ni en la cárcel”.

domingo, 23 de octubre de 2011